dijous, 26 de maig del 2011

Yo sí lo sé


Posiblemente deberías haberte dado cuenta hace ya mucho tiempo de la cantidad de chorradas que se te han pasado por alto durante estos meses, aún sabiendo que, así y todo, nunca nadie se había fijado tanto en mí ni en mis cosas, como lo has hecho tú.

Y es que en realidad soy trasparente y sólo si te hubieras fijado en que al andar con alguien siempre voy a su derecha, sabrías de sobra que para mí lo más importante son estas tonterías; que me gustan los pequeños detalles. Y que si alguna vez abrieses la caja roja de encima de mi mesa, entenderías todas esas cosas que quedaron por decir. Te sorprenderías, créeme, porque incluso si te atrevieras a abrir el armario de mi cocina, sabrías que me encantan las galletas de dinosaurios. O que si cogieses mi reproductor de música, entenderías la banda sonora de mi vida, aunque si te diera por mirar un día en la papelera de mi habitación, te asustarías al ver todos los gritos que he callado.

Llega hasta mi playa, siéntate en mi roca y sabrás las mil cosas que nunca te llegué a explicar. Coge mi teclado, agárrate fuerte a las teclas y entenderás que mis canciones siempre hablan de mí, incluso cuando no hay oído dispuesto a escuchar semejante locura. Pon el ojo en mi cámara para ver el mundo a mi manera; puede que así comprendas todos mis miedos. Ve, coge mi álbum de fotos y sabrás de qué hablo cuando digo que no podría vivir sin mis recuerdos.

Pasa el dedo por mis costillas, aunque lo odie; sólo así puede que entiendas que soy frágil y que me consumen los nervios. Cierra los ojos e intenta imaginarme sin vergüenza, despeinada y con las pupilas dilatadas; se te da bien. Sabes de sobra que, aún así, sigo teniendo las mejillas ardiendo. Acércate a mi espalda y sigue mi columna vertebral, te estoy hablando de sensaciones.

Aunque si quieres, olvídalo todo. Nunca fuimos diferentes al resto, aunque sí especiales a nuestra manera. Lo sabes, ¿verdad?

dimecres, 18 de maig del 2011

ma jolie

19:38, día par, es miércoles, me la sudas y falta menos de un mes.

Y no sabes cuanto odio que me digan que cada año acabo haciendo los mismos comentarios. Pues sí, los hago. Los hago desde que no estás aquí. Y me importa menos-cuatro que nunca hicieses nada especial ese día, porque para mí, lo más importante es que siguieras estando a mi lado. Codo con codo, nariz con nariz.

Suena a imbécil, lo sé. Aunque tampoco me había parado nunca a pensar que yo siempre estuve ahí cuando te asfixiabas y que tú, en cambio, siempre tenías mejores cosas que hacer o incluso te dolía la cabeza.

Qué típico, ¿no? Llegué a pensar que lo nuestro estaba por encima de cualquier papel firmado ante notario. Amigos de estos sin derecho a roce, y ya ves, al final la que llegó a rozar el absurdo, fui yo. Qué digo rozar. Aplastar.

Me comí el absurdo, el agobio y toda ignorancia puesta en frases del tipo lo nuestro siempre ha sido diferente, y por mucho que pienses que con tanto atracón, lo único que podía ganar eran, además de un disgusto, unos cuantos kilos, acabé siendo un saco de huesos por tu culpa.

¿A qué diablos has venido ahora? Yo siempre fui la fuerte de las dos, ¿recuerdas? Lárgate de una vez. Tu libro sigue ahí donde lo dejaste y no pienso devolvértelo.

dimecres, 11 de maig del 2011

0:00

La verdad es que nunca me pregunté nada, sólo me dejé llevar. Lo adoraba, adoraba el momento y todo lo que tuviera que ver contigo. Recuerdo el colorante de paella y los gritos de dolor de tu madre, con las manos en el riñón. Sonaba a verdadero dolor, como el que yo sentía al veros juntos el día que tu mejor amiga se hacía ya una mujer. Recuerdo el ruido del motor del coche de tu padre y el olor a rueda quemada. Recuerdo tus ojos penetrando en los míos, como el agua entre las brechas de las rocas: al principio fluye y más tarde quiebra; tal vez por eso me quebraste el corazón a pedazos. Sabes que no hablo de dolor, hablo de demasiada emoción, de sentir. Ingenuo de mí al pensar que había sentido alguna vez algo antes de esto.

Recuerdo tus rojas mejillas, diría rojo pasión, como el que llevabas en las uñas, ese color que querías hacer desaparecer de tu vida. En ese caso, el rojo de las mejillas lo dejaste en tu cara largo tiempo. También recuerdo tus labios. Joder, tus labios. Aún no me creo que eso sea humano. Me llegué a preguntar si era carne o un imán, o la tentación de Lucifer que me daba a elegir entre besarte o besarte. Pero no, no fui yo. El asombro y el miedo me dejaban perplejo. El corazón latía a velocidades desorbitadas, ya que a cada minuto tú te ibas acercando al paso de una de esas lentas descripciones de paisaje en una novela para amantes de la letra.

Recuerdo la falta de oxígeno y las respiraciones hiperbólicas. Recuerdo la posición fetal en tu cama, nuestras frentes tocándose. Sudábamos en busca de labios.

Nos besamos, sabes de sobra que lo recordamos, aunque la conciencia se nos fuera de paseo. Recuerdo llorar de alegría, recuerdo un rompecabezas en tu mente, recuerdas olvidarte del mundo sentada en el suelo. Nos voy a recordar en ese día hasta que me quede sin aliento.

Recuerdo el 11 de mayo, lloviendo sobre el asfalto y tu tejado. Olía a tierra. Siento tu aliento, tu perfume. Te huelo aún desde mi habitación. Las promesas no se rompen y ahora tú no me digas que no vas a casarte conmigo.

dimarts, 3 de maig del 2011

ha vuelto a ocurrir


Que suene el teléfono tres veces, descolgarlo a la cuarta y que seas tú. Oírte reír al otro lado del auricular porque sabías de sobra que si insistías un poco, acabaría cediendo. Que no me preguntes a qué ha venido esta huída cobarde y sólo quieras invitarme a la cerveza que te debo. No me apetece explicarte que hoy no ha sido un buen día, que la he echado de menos y que eso jode, jode mucho. Por eso tocas el timbre, te abro y me abro. He traído chuches, dices, de las rojas. Pues claro, de cuáles si no.

Entonces, aparece de nuevo la piscina, tus amigos, mis bikinis y el beso. Ring, ring, son las ocho. Buenos días, princesa.